En cuanto se refiere a la aparición de las cofradías de Jesús Nazareno en la provincia de Córdoba cronológicamente ocupa el primer lugar la de la capital, cuyos estatutos fueron aprobados en marzo de 1579 por el obispo baenense fray Martín de Córdoba y Mendoza.
Le sigue la de Cabra, creada en 1586, y cuyos estatutos fueron aprobados por el obispo en julio del año siguiente.
Y después de ella, la de Baena, cuyas constituciones serían aceptadas por el obispado el 29 de Abril de 1589, siendo por tanto la tercera en aparecer en la provincia y obispado de Córdoba.
La cofradía de Baena presenta una nota que la hace diferente a todas las demás, y es el carácter acentuadamente franciscano, hasta el punto de integrarse desde su origen en el movimiento terciario seglar, formando parte de la Archicofradía del Cordón de San Francisco.
Antecedentes.- Los franciscanos en Baena.-
Siempre que intentemos acercarnos a los orígenes de la cofradía de jesús nazareno de Baena ineludiblemente tenemos que hacer alusión al establecimiento de la orden franciscana en nuestro pueblo, no sólo en cuanto a su relación cronológica, sino sobre todo teniendo en cuenta que dentro de las cofradías de penitencia ninguna como la que da culto a Jesús camino del Calvario tiene más profundas raíces franciscanas. Y en el caso de Baena, la acción de los frailes de San Francisco es tan decisiva que no es posible concebir el nacimiento y la estructuración de la hermandad nazarena sin contar con su ayuda y dirección.
La duquesa doña María Sarmiento y la fundación del convento de San Francisco.-
Doña María Sarmiento de Mendoza era hija del secretario de Carlos V, Don Francisco de los Cobos y de María de Mendoza y Pimentel, VII condesa de Rivadavia. Casó en 1538 en Valladolid con el único nieto varón de los Duques de Sessa, Don Gonzalo, quien entre otros títulos reunía los de III duque de Santángelo, III duque de Sessa, III de Terranova, III de Andria, V conde de Cabra, V vizconde de Iznájar y Señor de Baena, Rute, Doña Mencía y Albendín, y en 1566 Felipe II le otorgó el ducado de Baena por sus servicios en Flandes e Italia . Desde entonces, y durante tres años reside el matrimonio en Baena, hasta que en 1569, el rey lo elige para que acompañe a su joven hermano D. Juan de Austria en la guerra contra los moriscos de Granada. A partir de entonces son muy contadas y breves las estancias del duque en Baena.
Mientras vivó su marido, la duquesa tuvo su residencia en varios sitios, principalmente Granada, y sobre todo Baena, desde donde atendió a los asuntos de los estados españoles de D. Gonzalo en sus frecuentes ausencias en razón de servicios a la Corona.
Con toda seguridad fue durante las frecuentes estancias en Baena cuando se produjo la llegada de los franciscanos a Baena y la fundación de su convento, el de San Francisco, siendo tal vez ella quien tuviera parte en su venida a Baena, y por supuesto erigiéndose desde el primer momento en patrona de la nueva fundación. Aparte de la cesión de la primitiva casa y unos solares contiguos para su ampliación, figura la expedición de una licencia a la naciente comunidad para conducir las aguas de una fuente cercana al patio del convento, y este hecho aparece fechado en 1561 . De las palabras del texto se puede deducir que ya estaba fundado el convento, y por supuesto que la comunidad beneficiaria estaba ya afincada en Baena. Este dato nos permite aproximarnos con mayor seguridad a la fecha de fundación proporcionada por Valverde. Es de suponer que poco después de esta fecha el convento estaría ya erigido, aunque sólo fuera en su parte más indispensable .
Incidiendo ya plenamente en el tema que nos ocupa, en dos pilares se basa la formación de la cofradía de los Nazarenos de Baena: 1. La devoción a la Virgen de los Santos. 2. La aportación franciscana.
1. La devoción a la Virgen de los Santos.
Las primeras cofradías: La Virgen de los Santos.-
Durante los años centrales del siglo XVI experimentan un desarrollo extraordinario las hermandades dedicadas al culto de las imágenes marianas en el territorio baenense, entre las que hemos de citar las tres que se consideraron en algún momento como patronas de Baena: Virgen de Guadalupe, Virgen de Albendín y Virgen de los Santos.
Virgen de los Santos.
En Baena existió desde antiguo la tradición de que pocos años después de la conquista por San Fernando, concretamente en 1245, cuando todavía la frontera con los musulmanes era bastante permeable y eran frecuentes las internadas en territorio enemigo por parte de uno y otro bando, tuvo lugar un encuentro de unos pocos cristianos con un grupo de moros superior en número. Se sabe que los cristianos pudieron rechazar el ataque enemigo refugiándose en una torre que todavía existe en el Monte Horquera, en cuyo interior se descubrió una imagen de la Virgen que había permanecido tapiada durante la dominación árabe, por lo que se atribuyó a la protección de ella la victoria.
Para conmemorar este hecho la torre fue convertida en ermita, donde durante siglos recibió la devoción de los habitantes de la zona bajo la advocación de Virgen de los Santos (figura 6). Más adelante se edificaría anexa a ella una pequeña vivienda para el santero encargado de su culto. En un cuadro que se conservó en la ermita se representó el grupo de cristianos defendiendo la torre protegidos por la Virgen.
Como suele ser habitual, pronto comenzó a atribuírsele fama de milagrosa, y de modo especial, como abogada y protectora frente a las calamidades naturales, como sequías o epidemias, compartiendo esa protección con la de Albendín. Por ese motivo, la devoción a esta sagrada imagen arraigó profundamente en Baena, que la tuvo por su protectora y patrona, reverenciándola en su ermita del Monte y trayéndola al pueblo cuando se presenta¬ba la ocasión de una protección especial, como en tiempo de epidemia, sequía u otra calamidad.
Al mismo tiempo aparecía una cofradía en Baena, que bajo el nombre de la Virgen de los Santos, se hacía cargo de cuanto se refería al culto de la mencionada imagen. La primera noticia escrita que nos aporta Aranda Doncel corresponde al año de 1576, fecha en que se edificaba la ermita .
En un momento impreciso, pero con toda probabilidad coincidiendo con el fervor religioso postridentino, parece que se crea en Baena una cofradía o hermandad denominada "Nazareos" o "Nazarenos", encargada del culto a la venerada imagen.
2. La aportación franciscana.
Fraternidades franciscanas: La Tercera Orden de Penitencia.-
La Orden Tercera eran laicos de ambos géneros vinculados a órdenes mendicantes por espíritu y para lucrarse de las preeminencias concedidas por los papas . Se ha dicho que su origen está en los llamados “penitentes” que se extienden por Europa desde el siglo XII, que se asociaban para buscar un perfeccionamiento de vida religiosa, formando “fraternidades”.
Precisamente los primeros frailes que convivieron con Francisco de Asís se llamaron a sí mismos “penitentes”. Su fundador los fue agrupando en una orden masculina (frailes menores), a la que siguió otra femenina (clarisas).
El éxito fue tan grande que pronto grupos de seglares quisieron integrarse también en el movimiento, y así lo pidieron a San Francisco, que redactó para ellos la primera regla. Éstos se organizaron en fraternidades seculares, tanto de hombres como de mujeres, que vivían como Hermanos y Hermanas de la Penitencia y que se sentían integrantes de la gran Familia Franciscana. Así nacía la “Orden de la Penitencia” o Tercera Orden Franciscana.
El Cordón de San Francisco.-
Establecidos los franciscanos en Baena y gozando de una protección especial de la Duquesa de Sessa, no cabe duda de que pronto se dejaría sentir su atracción, al menos entre el sector de población próximo al convento.
En 1585 el Papa Sixto V fundó la archicofradía del Cordón de San Francisco, en cuya regla se recopilaban todas las gracias concedidas. El papa concede indulgencia plenaria a quienes mueran “confesados y contritos” y lo hagan con el cordón franciscano ceñido .
El cordón que llevan los franciscanos deriva del que usaban los primeros frailes para atarse el sayal; tiene tres nudos, significando OBEDIENCIA, CASTIDAD y POBREZA, los tres fundamentos de la orden creada por Francisco de Asís.
Para la orden tercera, el hábito es un signo de conversión o penitencia. Al tomar el hábito, el nuevo hermano se viste del hombre nuevo y establece un compromiso con un nuevo estilo de vida.
En la bula de fundación se especifica al final que el incumplimiento de la regla no conlleva ningún tipo de culpa, ni mortal ni venial. Por ello, la nueva orden se presenta como una opción a seguir por aquellas personas que puedan tener alguna dificultad para someterse a una regla más austera.
Queda bien patente que bajo el influjo franciscano y por el espíritu cofradístico de la época se organizó en Baena un grupo de simpatizantes que bien podría ser el que pervivió de la antigua cofradía de la Virgen de los Santos, quienes más adelante adopta-ron la modalidad de Orden Tercera Secular, que, sin necesidad de profesar como religiosos, tendían a alcanzar su perfección espi¬ritual mediante la observancia de la regla franciscana.
Y así se llega al final del proceso. Según consta en sus constituciones primitivas, se produjo la unión de las dos hermandades anteriores en la nueva de los Nazarenos. Ambas debían tener lugares comunes, tal vez la coincidencia de algunos cofrades seglares en las dos, su pertenencia a la misma parroquia de San Pedro y el deseo de los franciscanos de potenciar el culto al Nazareno determinarían el acercamiento al final de la centuria, hasta el punto de provocar la fusión cuando las condiciones fueron favorables.
Con esta decisión todos resultaban beneficiados
- Los frailes, que así creaban una cofradía más en su convento, llamada a tener una vida próspera, al estar unida a un movimiento universal de la orden, lo que aumentaría el número de cofrades, y los beneficios económicos que podían proporcionar al convento, debido a las limosnas preceptivas o voluntarias, venta de hábitos y de cordones, obvenciones por misas, fiestas y sermones, creación de obras pías radicadas en el convento y algunas más.
- Los propios cofrades, que se hacían partícipes de “todas las gracias e indulgencias y preminencias concedidas por Su Sd “, de que eran titulares los integrantes de la archicofradía del Cordón. Y junto con ellos, el quedar exentos de la jurisdicción diocesana y sus visitas, dependiendo sólo directamente del Sumo Pontífice, o a través de los visitadores y guardianes de la propia orden. Tenían además ciertas ventajas económicas, como era estar exentos de pagar determinados impuestos por el hecho de pertenecer a la cofradía.
Al desaparecer la hermandad del Cordón del Padre San Francisco queda como única fundadora de la Cofradía la Hermandad de Nazarenos, aunque bien es cierto que esa primitiva cofradía de 1589 aún no se llamaba de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en su evolución hemos encontrado tres nombres diferentes: Cofradía de los Nazarenos, Cofradía de Jesús Nazareno y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Hermandad de Nazarenos Fuente D. Manuel Horcas Gálvez